Charles Dickens escribió a mediados del siglo XIX “Un cuento de Navidad” que contaba la historia de Ebenezer Scrooge un rico y avaro comerciante, solitario como el solo que es visitado por tres fantasmas durante la Navidad. El fantasma de la navidad pasada, el fantasma de la navidad futura y el fantasma del presente. Cada uno de ellos le van mostrando una versión diferente de la realidad y que van explicando poco a poco la complejidad y la realidad de como Ebenezer Scrooge había llegado a ser quien era, y a mostrarnos los peligros de lo que puede pasarnos si es no cambiamos nuestra manera de ser y actuar con el prójimo. La semana pasada sucedió algo similar a este cuento donde hay diferentes etapas en la vida de Ebenezer Scrooge, y estas etapas se ven en la vida política en Hispanoamérica.
En el resultado electoral de Uruguay de finales del 2024 pudimos ver que es lo que puede pasar con los gobiernos de la derecha que están siendo electos si no hacen cambios profundos en la política pública cuando se tiene la oportunidad de hacerlo. Tal vez uno de los problemas más grandes de cualquier administración de gobierno es la cantidad de promesas con los que se comienza, los proyectos que se quieren cumplir, y el entusiasmo que generan y lo tremendamente difícil que muchas veces resulta romper la inercia de las administraciones anteriores y hacer cambios que realmente tengan un impacto en la población que sean duraderos y que mejoren las condiciones de vida de los habitantes por generaciones venideras.
En el caso de Uruguay, ya lo decía Martín Aguirre en su resumen semanal de finales de noviembre que, a pesar de la gran popularidad de Lacalle Pou en su gestión de Gobierno, con un 50% de aprobación, no fue suficiente para endosarle a su candidato preferido dichos votos y lograr que ganase las elecciones. De esa forma se regresa al péndulo político de un gobierno de izquierda que regresa a deshacer lo reformado. Una lástima, dado los avances que se están dando en Argentina y que podría de alguna manera haber potenciado una administración de apertura al mercado, mayor crecimiento económico y ahora que su vecino parece que finalmente se libra de años de inestabilidad, de populismo Kirchnerista y de un regreso a los principios establecidos por la constitución de Alberdi de 1853, pre-Perón. Es una advertencia a países como Argentina que están camino a deshacer ese legado que, si los cambios no se dan de manera rápida, decidida y con resultados concretos para la gran mayoría de la población, el retroceso está siempre a la vuelta de la esquina en la próxima elección. En el caso de Uruguay incluso podríamos decir que hay miedo al cambio y el electorado en general prefiere la estabilidad y a no cambiar mucho las cosas, cosa que no necesariamente está mal si uno lo compara con los grandes cambios que se dan en la región con cada resultado electoral, pero como comenta el Economist en su editorial al respecto del resultado electoral, ese miedo al cambio y esa preferencia por la estabilidad no es suficiente para que Uruguay salga del estancamiento económico y a los decrecientes índices de desarrollo humano que ha enfrentado en las últimas décadas.
Por otro lado, países como España que hasta la primera década del 2000 parecía embarcada en un proceso irreversible de desarrollo e integración con el resto de Europa y el mundo, donde no importaba si el gobierno era un partido u otro, había cierto nivel de consenso social de que las medidas que tomasen una u otra administración no iban en esencia a destruir el modelo económico logrado después de la constitución del 78. Más allá de cambios de énfasis en la acción del gobierno o del sector privado España seguía hacia adelante en el desarrollo, sin embargo, todo empezó a romperse con el ataque terrorista del 11 de marzo del 2004, que hizo perder las elecciones al partido gobernante y que poco a poco comenzaron a ser electos personajes funestos que han ido minando el modelo democrático español. Hoy en día tenemos a un Pedro Sanchez, rodeado de toda una serie de socios y familiares imputados en escándalos de corrupción y que se niega a renunciar a pesar de las evidencias, y no importa si hay desastres naturales o sanitarios gestionados de pésima manera y con un grado de perversidad y desidia que mata (literalmente). Por otro lado tenemos una derecha inútil, poco clara, atomizada y dividida que pelean entre ellos entre acusaciones de quien es facha o ultra, que parece más preocupada en defender su propio terreno y no en tener una clara estrategia para cambiar el estado general de las cosas mientras que la izquierda, el nacionalismo y el separatismo campean libremente destrozando cualquier atisbo de modernidad, responsabilidad, desarrollo y bienestar logrado en los últimos 40 años de entrada triunfal al mundo moderno y desarrollado.
Lo mismo con distintos grados de podredumbre se ve a lo largo y ancho de las Américas donde la izquierda y el foro de Sao Paulo han hecho lo que han querido destruyendo éxitos económicos o cualquier atisbo de éxito que pudo haberse dado en nuestra América Hispana. Vemos a México cada vez más ridículamente alejada de la modernidad, a punto de echar por tierra el Tratado de Libre Comercio, no por presión de Donald Trump, si no por su rol en no controlar el cancer que es el narcotráfico y su violencia, las redes de tráfico de personas y esclavitud moderna que viene a ser la migración ilegal, la ruptura de la división de poderes con la captura total de todas las instituciones por un solo partido. Han regresado a la dictadura perfecta del PRI, pero ahora personificada en el Morenismo, y están a punto de perder el tren de desarrollo que se les ofrece con el near shoring, si no atacan realmente estos problemas que ha señalado el nuevo gobierno americano. El near shoring ofrece catapultar a México a un desarrollo económico nunca visto y que promete hacer de México el milagro económico de las Américas al tener la capacidad de entrar el mercado norteamericano y convertirse en el proveedor por excelencia de las Américas. Todo esto a pesar de contar con un gobierno que dispuesto a mantener ese modelo de estado obeso, ineficiente.
Ni se diga de países, como Ecuador que aún están estancados en tratar de salir de la larga noche del socialismo del Siglo XXI, que lo ha dejado sin luz, sin seguridad, sin desarrollo económico y hundido en la violencia del narcotráfico. No es que las cosas estaban mejor con Correa, es que las cosas siguen con Correa, aunque nominalmente quien gobierna, sea Daniel Noboa o haya sido Guillermo Lasso o Lenin Moreno. En Ecuador la izquierda y Correa se aseguraron de que el gobierno, las instituciones de control y las entidades estatales siguieran efectivamente en manos del partido de la revolución ciudadana y cualquier intento de cambio es virtualmente imposible a menos que se cambie la constitución y se haga una limpieza total en todas las instituciones del estado. Jugar con esas reglas del juego es imposible para cualquier gobierno que no sea el de la revolución ciudadana, y si bien los ecuatorianos han reiteradamente negado el regreso al poder de Rafael Correa, el poder real sigue en manos de él a todo nivel. La derecha sea esta de Lasso o de Daniel Noboa es incompetente y les falta sagacidad política para lograr cambios necesarios. Viven aterrorizados de cambiar la constitución que dejó Correa que no permite ningún cambio y solo viven preocupados de la próxima elección. La corrupción, el narcotráfico han colonizado todas las instituciones del estado y no hay ninguna creatividad al momento de buscar salidas a esa carta negra llamada constitución de Montecristi que dejó Correa. Esa es la gran tragedia del Ecuador.
Hay otros países como Chile que hasta inicios del 2010 gracias a la concertación y la derecha al igual que España hasta el 2004, habían logrado tener un gran consenso social sobre la acción del gobierno que cambiaba en su énfasis según la administración, pero en esencia seguían avanzando con una economía abierta y de libre mercado, gobierno sumamente eficiente y con muchos años de tasas de crecimiento muy alto. Los chilenos podían presumir de tener problemas y preocupaciones del primer mundo, habían reducido la pobreza y habían logrado una gran y amplia clase media. Hoy, sin embargo, parecen embarcados en regresar a la disforia de 1970, con dos intentos fallidos de modificar su constitución, claramente empeñados en destruir lo que habían reconstruido durante la dictadura después de la locura comunista de Allende. Hoy por hoy, los candidatos no están del todo definidos y es poco claro que haya alguien que pueda realmente retomar las riendas del progreso de manera decidida y que entusiasme al electorado, pero de continuar la tendencia de la actual administración no serán enteramente ajenos a lo que pasa en otros países. Chile necesita una gran concertación nacional y alejarse de una vez por todas de ese coqueteó suicida con la izquierda y con el pasado disfórico y setentero.
Finalmente, tenemos a países completamente hundidos en el socialismo desde hace más de 25 años como lo son Venezuela, Nicaragua y Cuba. Estos países son el fantasma de navidad del futuro de no cambiar y no lograr mantener una actitud más firme y decidida a cambiar las cosas, tarde o temprano seguiremos todos ese camino en Hispanoamérica sin capacidad de cambio alguno, aunque se ganen elecciones como en Venezuela, sin futuro y completamente devastados políticamente, económicamente y moralmente (Cuba y Nicaragua), administrados por una gerontocracia no muy diferente a la de la union soviética de final de los 70’s y 80’s y echándole la culpa al imperio, y a quien sea y a lo que sea, como el embargo, sin capacidad de autoanálisis y de reflexión, con ciudadanos huyendo a pie, en bote, en lo que sea, corriendo despavoridamente del paraíso socialista y soñando en emigrar como lo hizo Simón Bolivar en su momento en las postrimerías de su muerte. ¿Es este el futuro de Hispanoamérica que queremos? El cambio no solo se da por señalar las fallas de los demás y ganar la próxima elección si no en brindar una visión coherente, abierta y positiva que brinde amplio desarrollo y florecimiento humano a toda la población y que adicionalmente lo haga de manera decidida y en corto tiempo, pues de lo contrario viene el péndulo barriendo lo poco que se ha logrado. ¿Lograremos salir de ese movimiento pendular del que somos esclavos en la región?
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Muy buen Cuento del Sr Romulo Lopez, me adhiero a lo que dice, pero me pregunto como se sale de eso. Para mi el corazon del problema es la crisis moral, la crisis de valores. No enseñamos mas valores. En mi epoca lo hacia la familia, las madres mas que nadie, pues permanecian en el hogar. Para el bienestar de la misma, trabaja la madre y el padre, me pregunto quien educa al hijo. Ese es el problema, se crian solos, sin una guia que los contenga enseñando valores, comportamiento y orden. La unica forma de salir es con educacion, por ello propongo, una escuela de 7 am a 6 pm, con varias maestras, supliendo la perdida del hogar.