Venezuela nuevamente está en el foco de atención de la comunidad internacional. El pasado 28 de julio de 2024 se celebraron las elecciones presidenciales en las que hubo una abrumadora mayoría a favor de Edmundo González, el candidato de la Unidad.
En estas líneas no redundaré en la información que muchos portales reseñan, incluido este espacio de Mirada Sur, que generosamente me invitó para exponer mi visión de este asunto. En este sentido, quisiera hacer algunas aclaratorias. No soy una analista política. No formo de un partido político. Sólo soy una ciudadana que ha padecido esta tiranía desde que empezó hace 25 años. Es la mirada de quien vive en este país todavía y trata de lidiar con esta suerte de insilio, palabra con la que identifico un exilio interior y no reconocer al país en el que crecí.
Todo este proceso parece un deja vu que incluye sentimientos de entusiasmo, celebración de elecciones, fraude y finalmente frustración.
He de anticipar que, aunque voté el pasado domingo 28 de julio, no lo hice con la convicción de haber ejercicio mi derecho, sino como un paso dentro de una estrategia mucho más amplia que el simple acto electoral. ¿Por qué no voté con esta convicción? Porque este proceso en nada se diferenciaba en cuanto al secuestro de las instituciones, como es el caso del órgano rector electoral y del Tribunal Supremo de Justicia, a la ausencia de las garantías y de la transparencia necesarias en toda votación, etc. Es decir, realmente no estaba eligiendo. Otros también votaron con esta falta de convicción, entendiendo el evento del pasado domingo como una manifestación política.
Lo anterior es el sentimiento de una minoría de venezolanos. La abstención, que también es una decisión, también fue la excepción.
Mi percepción es que la mayoría se dejó llevar por el entusiasmo y por las emociones, cosa que no había ocurrido después del estrepitoso fracaso del gobierno interino de Juan Guaidó en 2018. Esto me parece importante destacarlo. Luego de muchos momentos difíciles en 2007, 2012, 2014, 2017 y 2019, el tema político había pasado a un segundo plano en la vida del venezolano. Tuvieron que pasar cinco años para que ocurriera nuevamente una movilización como la que hemos visto. Tampoco subestimo a este grupo de personas. Creo que todos estábamos conscientes de lo que ocurriría.
En cada uno de los años que he mencionado, el sentimiento era que «esta vez es diferente». Nuevamente lo he escuchado en esta oportunidad y yo misma lo he sentido. Podría ser cierto esto y no simplemente la ilusión de querer salir de esta pesadilla. Sin embargo, me pregunto: ¿Es suficiente con que «esta vez es diferente»?
A pesar de lo anterior, que parece una narración política y venezolana de Crónica de una muerte anunciada, hay nuevas premisas que rescatar para el aprendizaje, para la discusión política, para documentar, etc.
No obstante, los antecedentes de fraude y 25 años de tiranía, hay nuevos elementos sobre la mesa que no se pueden obviar.
Desde el año pasado fuimos testigos de una estrategia que incluyó vencer el obstáculo de las inhabilitaciones de María Corina Machado y de Corina Yoris y lograr un candidato unitario con Edmundo González Urrutia.
Además, Machado logró endosarle su popularidad a González Urrutia a través de una campaña electoral épica. No creo exagerar con estas palabras. La oposición no contaba con recursos y en innumerables ocasiones les dificultaban el acceso a los lugares. No olvidemos la imagen de Machado en moto, por ejemplo. Tampoco olvidemos como los sitios donde Machado, González Urrutia y su equipo se detenían para comer o descansar eran objeto de sanciones y fiscalizaciones. Esto lejos de amedrentar a los comerciantes, que de por sí deben trabajar en condiciones hostiles, los animaba aún más para apoyar.
Para las elecciones del pasado 28 de julio, 99% de las mesas contaron con testigos de la Unidad; se trabajó en equipo con miembros de mesa, coordinadores y radares en cada centro de votación, y todo esto permitió rescatar más del 80% de las actas, las cuales están cargadas y pueden ser consultadas en este enlace
https://resultadosconvzla.com/
Creo que hay una mayor madurez del liderazgo político. También de la sociedad civil que no se ha dejado llevar por completo por el sentimiento de «fiesta electoral». En estos momentos, muchos miembros de mesa están siendo perseguidos y hostigados. Sabiendo los riesgos a los que se exponían los miembros de mesa aun así continuaron su labor.
Esta es mi lectura hasta ahora. No soy capaz de hacer un análisis más exhaustivo. Estoy viviendo el «fenómeno» con la fe de que exista una estrategia política que sigue desarrollándose y que no se ha agotado. Pero es duro y desgastante.
Con este artículo, he tratado de dar cierta información que no necesariamente ha sido destacada lo suficiente y de plantear algunas reflexiones que tengan un mínimo de coherencia. Pero la estructura de estas ideas refleja cómo me siento –y tal vez una gran mayoría de venezolanos- descolocada y tratando de vivir este proceso lo mejor posible.
Quisiera cerrar estas líneas haciendo un llamado para no olvidar a los detenidos y asesinados en las últimas horas y para no olvidar a los detenidos y asesinados en estos últimos 25 años.
*Andrea I. Rondón García es miembro del Comité Académico de Cedice Libertad