¿Fin de era para la Libertad?
La sensiblería exacerbada y el decaimiento del libre comercio
En Estados Unidos estamos a menos de un mes para las elecciones. Está poco claro quien lleva ventaja y no se sabe a ciencia cierta quien podrá ganar las elecciones. Las encuestas que antiguamente podían servir como predictores de los posibles resultados han dejado de ser confiables. Entre otras cosas hay mucha desconfianza en su objetividad y dependiendo de quien o a quienes sirven estas, dan resultados que benefician a uno u otro candidato.
Los márgenes son dentro de lo que se considera el margen estadístico de error entre el 2% y el 3%, márgenes muy bajos que no indican claramente si es que son certeras o no. A eso se añade el clima de desconfianza en el sistema y la falta de respuestas a los cuestionamientos planteados por los republicanos a irregularidades electorales que se dieron y tenemos la receta perfecta para no tener claro que mismo está pasando.
Desde el punto de vista de las propuestas electorales, lejos de ir hacia el centro político, esta elección será diferente, pues dependiendo de quien gane y como se dé la distribución de fuerzas en el congreso y el senado, Estados Unidos puede cambiar radicalmente lo que ha sido en toda su vida republicana. Muy probablemente tendrá un fuerte giro a una visión más centrada en el gobierno y de una vez por todas se buscará cambiar las instituciones que han logrado mantener este país como un faro de libertad a un faro de ideas identitarias, de igualdad de resultados, ya no solamente de oportunidades y una cultura abiertamente anti-occidental en algunos casos. Hay un gran empuje a contrarrestar esta tendencia, pero enfocados hacia el populismo y desafortunadamente a promover el gasto y la imprudencia fiscal. Y no me refiero a bajar impuestos y reducir trámites burocráticos que es como es preferible equilibrar las finanzas públicas, si no a olvidarse de que no solamente hay que limitar los fondos disponibles que permiten el gasto desordenado, si no también reducir el tamaño y el gasto del gobierno.
Lamentablemente algo en lo que ambos partidos coinciden en este ciclo electoral, son las restricciones al libre comercio. Muy lejano queda el tiempo en que el consenso era que para promover el desarrollo de Estados Unidos y del mundo no solo era importante promover las democracias si no también promover el libre comercio. Esto era algo en lo que los dos partidos coincidían y fue lo que en definitiva generó por lo menos unos 30 o 40 años de prosperidad desde que se empezó a promoverlo con la apertura a comercial con China, a comerciar con los países que estaban detrás del muro de Berlín al desaparecer este, a organizar y firmar tratados de libre comercio en las Américas, y a favorecer la creación de bloques comerciales que fomentaran la apertura económica y un mayor crecimiento y bienestar para la población. La gran crítica de ambos partidos ha sido las aparentes trampas y subsidios de los países como China y la destrucción y el abandono de los centros internos de producción de Estados Unidos. Por otro lado, las restricciones del COVID y el encierro, por razones de “salud”, generaron una escasez artificial. Casi se paralizó el comercio entre Asia y el resto del mundo he hicieron que dentro de Estados Unidos se comenzara a hablar de un consenso para tratar de traer esa producción para este país o por lo menos a lugares más cercanos como México por cuestiones de seguridad nacional. Este último país ha sido el gran beneficiario del fenómeno llamado “Near Shoring”, es decir el uso de capitales extranjeros de países que antes eran productores en Asia para traer la producción a lugares más cercanos a los Estados Unidos, pero no dentro del país, pues este es extremadamente caro en comparación a Mexico u otros países donde la mano de obra es más económica.
Sin embargo, todo eso no deja de ser una fantasía pues la razon del encarecimiento de los Estados Unidos tiene poco que ver con el dumping chino o la mano de obra barata de México u otros países y tiene más que ver con el creciente intervencionismo de Estados Unidos. Esto se ve en el incremento de las regulaciones burocráticas a nivel laboral, comercial, estatal, medio ambientales, a nivel local donde está todo zonificado en exceso y se dan fenómenos como el NIMBY, Not in my backyard que viene a ser “no en mi patio trasero”. Esto último es cuando una comunidad se queja de los elevados precios de las viviendas o de la falta de comercio a distancias razonables, pero nadie quiere que esos nuevos edificios con mayor densidad poblacional o comercios se den cerca de ellos o cerca de su patio.
Estados Unidos ha dejado de representar ese capitalismo salvaje como muchos de la izquierda gustaba peyorativamente llamar, y es hoy en día cada día más una socialdemocracia, más preocupada de cuestiones identitarias y ha dejado de ser el lugar donde se deja hacer y se deja pasar “Laissez Faire”. El respeto de la libertad de acuerdo a esta visión está muy por debajo de la igualdad. No importa si este igualitarismo o justicia social termina destruyendo la libertad, todo sea en nombre la igualdad. Pocos perciben este cambio y siguen creyendo que es el país de la libertad cuando en realidad el país se ha convertido o se está convirtiendo en un pequeño infierno regulatorio e identitario donde el que disiente es ignorado o peor aún, relegado, censurado socialmente o acallado. Nadie puede ser criticado ante lo que es evidente, pues el que ose decir lo evidente seguramente es misógino, discriminador, anticuado, anciano o peor aún, y esto se convierte en la muerte civil, racista, o, terraplanista. La libertad de culto y de expresión anclada en la primera enmienda de la constitución americana para efectos prácticos se está muriendo y a menos que uno sea funcional a los planteamientos new age o coincidentes con la cada vez mayor tendencia antirreligiosa, anticristiana o anticatólica uno es seguramente un ser anclado en el pasado y alejado de la modernidad. El derecho a discrepar se ignora y es imposible encontrar la verdad, si ni siquiera se puede pensar diferente, plantear dudas o tan solo defender sus propias convicciones. Solo hay libertad de expresión para la intelligentsia cultural de izquierdas o para sus corifeos en los medios.
Esto se ve en las universidades y centros de enseñanza donde lo importante es crear “safe spaces” espacios seguros donde nadie pueda “hacer daño” a aquellos que se sientes ofendidos. Aparentemente esto es bueno al proteger a los sensibles y débiles, cuando en realidad lo único que ha hecho es crear gente pusilánime que ante cualquier discrepancia o adversidad es incapaz de responder articuladamente y de manera inteligente o con argumentos. El resultado, es que ya nadie escucha y si algo no les gusta a los jóvenes, estos sacan corriendo a profesores universitarios o conferencistas y los linchan figurativamente prohibiendo su ingreso o la discusión de ideas en las aulas universitarias.
Estados Unidos por supuesto no es el único lugar donde se están dando estos fenómenos, se da en Europa a un nivel mucho más intenso donde se ha creado un infierno regulatorio y están empecinados en un suicidio poblacional en parte fomentado por el odio a lo tradicional, a las familias y a sus orígenes cristianos y a la filosofía Greco Romana, esta ha sido reemplazada por el postmodernismo y la posverdad. Se está dando en Hispanoamérica, aunque tal vez seamos todavía más ingenuos al respecto pues no hemos sido una cuna de libertad en los últimos 100 años y somos excesivamente tolerantes y democráticos con gobiernos como el cubano, el nicaragüense o el venezolano que no aceptan resultados electorales adversos e incluso gustan de coquetear con toda clase de regímenes totalitarios y terroristas de otras partes del planeta. A esto le llaman ser soberanos y nuestros políticos bien gracias, enfrascados en que los mandatarios europeos pidan perdón y reparaciones por supuestos pecados de los antepasados. Es que ni siquiera conocen su propia historia. Tambien se da de una forma más brutal en el Medio Oriente y África donde el linchamiento, no solo es figurativo, si no también puede ser real. Las masacres contra cristianos, contra los musulmanes moderados, contra los judíos o con otras minorías étnicas como los Yazidis ocurren con bastante frecuencia. Ni se diga en Asia, donde el partido comunista en China y en Corea del Norte han sobrevivido la guerra fría. Aunque China se abrió al capitalismo económico para beneficio de la prosperidad y el bienestar general de su población y en el camino logró una de las transformaciones más asombrosas que se han dado en la historia de la humanidad. Lamentablemente, siguen políticamente sometidos al férreo control político y social del partido comunista e incluso comienzan a deshacer el camino andado de las reformas económicas con cada vez más imperialismo y militarismo que afecta la región y que adicionalmente, reprime de manera brutal a todas aquellas minorías como los Uigures en el oeste de China. En esos lugares es común leer sobre la imposición de una homogenización cultural y destrucción de su cultura autóctona, con el uso de campos de concentración, campos de reeducación y directamente exterminios de todos aquellos que son de otra cultura, tácticas más propias de otros tiempos que nuestra época.
Por esto digo que da la sensación de que esta elección en Estados Unidos se encuentra en una encrucijada, sus resultados tendrán repercusiones a nivel mundial a futuro y, aunque dependiendo de quien salga electo, se detendrá o se acelerará este proceso liberticida que parece avanzar inexorable. Lo único que sí es seguro es que la era del libre comercio terminará siendo limitada con cualquiera de los dos candidatos que salgan electos dado lo que vienen ofreciendo en campaña ambos partidos. Ojalá que esto sea pura retórica electoralista y que una vez pasada la elección triunfe el sentido común.
P.S. Como siempre, me gusta cerrar este comentario o enlazarlo con algún comentario cultural, esta semana quiero recomendar una miniserie argentina de cinco capítulos cortos de media hora (parece casi una película), “Nada”. Es una linda miniserie, un placer visual que permite ver Buenos Aires, sus lugares icónicos y sus maravillas culinarias junto con la historia de un viejo gruñón, crítico culinario que vive aislado del mundo y “rompiendo las pelotas”, argentinismo tan preciso, con una delicada historia de la inexorable soledad de hacerse viejo e inflexible. Muy recomendable para pasar un rato de diversión y cuenta con la gran actuación de Robert de Niro y el veterano actor argentino, Luis Brandoni.
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