La historia está llena de personajes que han sido claves para el destino de un país o una comunidad, sean estos militares, políticos, personalidades, filósofos, activistas, científicos, pero muy pocas veces nos acordamos de los empresarios. Mas bien si conocemos de alguno tenemos usualmente una mala opinión de este en el mundo hispano.
¿Quiénes son los empresarios? Empresario en términos simples es aquel que tiene un emprendimiento o un negocio que suple un producto o un servicio y por el cual cobra un valor a los clientes que, una vez descontados los costos del producto vendido o el servicio provisto deja un beneficio o lucro. Empresario puede ser cualquiera desde un simple vendedor de periódicos en la calle, que anda buscando como ganarse la vida, a aquellos que son capaces de ver una oportunidad de negocio, juntar todos los recursos necesarios, definir una estrategia de ventas, producción y vender el producto.
Los empresarios no solo venden o producen productos que existen si no también inventan y crean nuevos mercados para un producto que a lo mejor ni el consumidor de dicho producto sabe que necesita. Piense no más en el primer empresario que se le ocurrió que existía algo que se podía usar para transmitir información no solo visual y auditiva de manera pasiva como lo pudo ser la televisión, si no que se le ocurrió que esa comunicación podría ser de doble vía y que además de eso podía tener texto. Estoy hablando por supuesto del internet.
Alguno podrá argumentar que el internet fue creado por el gobierno y las universidades en los 50’s y 60’s. Lo cierto es que ninguno, ni siquiera los gobiernos o las universidades se imaginaron lo que era el internet ni cuanto iba a influir en nuestras vidas como lo vemos ahora. Imagínese solamente lo diferente que es nuestra vida y acceso al conocimiento ahora en comparación a los últimos 30 años. Escribo esto desde una computadora (u ordenador como dirían en España) y veo por otra ventana un video de un par de Youtubers viajando por Gibraltar y viendo los monos ladrones que habitan dicho territorio. Todo esto lo hago con audífonos, con la luz apagada mientras mi esposa duerme para no interrumpirla. Al mismo tiempo abro una ventana en mi navegador de internet buscando un artículo que recuerdo escribió mi padre hace ya más de 30 o 40 años y voy encontrando referencias a intervenciones de él a lo largo de su vida pública como político y empresario.
Nada de esto hubiera sido posible o incluso imaginable hasta hace no más de 10 años. Todo gracias a empresarios que poco a poco fueron haciendo nuestras vidas un poco más agradables y poniendo la información en nuestras manos a un precio o valor que es marginalmente mínimo, una conexión a internet que me da una ventana al mundo, a videos, a recuerdos.
Lo que nos falta es una cultura de admiración de lo que han hecho estos empresarios, tal como a veces recordamos de políticos, militares u otros en la historia de las grandes gestas de nuestros países. Lamentablemente la izquierda ha demonizado al empresario con la leyenda de que el capitalista se hace rico a costa del pobre.
Esta leyenda del robo al más pobre para hacerse más rico y darnos productos malos solo es posible en ausencia de un mercado abierto y libre. Este robo solo es posible si es que no hay opciones porque estas opciones solo son las que nos permite tener el gobierno a través de aranceles, prohibición de importaciones, sustitución de importaciones o regulaciones a su producción. Estos malos empresarios que nos venden productos malos o caros o que dan poco valor ya no son empresarios, son empresaurios, tal cual lo definió mi padre ya hace más de 40 años.
Empresaurios son los que protegen los monopolios sean estatales, mixtos o privados. Los que viven de ellos, así como los que los engordan. Los que no quieren la competencia. Los que tramitan los privilegios. Los buscadores de rentas. Los que venden las empresas estatales a sus amigos, son también Empresaurios. Los Empresaurios privados, están ávidos de comprar los monopolios más que las mismas empresas. Los empresaurios estatistas quieren modernización, pero no en libre competencia sino como computarización y perfeccionamiento burocrático.
En nuestros países hispanoamericanos, según la idiosincrasia influenciada por Marx y Engels en los últimos 100 años, los grandes malvados muchas veces son los empresarios. Según esta ideología Marxista (¿secta?), el empresario, el capitalista, es el que se apropia de la plusvalía del trabajador al que oprime. ¿Y digo yo, si así fuera que hay de todas estas tecnologías que disfrutamos en nuestro entorno y que hacen la vida de los mismos trabajadores más sencilla? ¿Si los empresarios fueran tan malvados y efectivamente hubieran obtenido esta plusvalía a través del robo, por qué estos trabajadores no se van a otro lado a buscar mejores condiciones de vida? Hay algo en este mito que nos enseñan y muchos repiten como estribillo que no tiene lógica y sentido pues a menos que estemos hablando de gente forzada a trabajar como esclavos que no pueden libremente buscar otras oportunidades ningún empresario puede obligar a que el trabajador sea explotado, a menos que sea el mismo estado que colabora con este empresaurio a tener a sus trabajadores en condiciones desventajosas para el trabajador.
Estos empresaurios dicen ser empresarios solo porque en apariencia invierten y hacen productos para satisfacer una necesidad, pero en realidad no son tales pues dependen de derechos, privilegios y son protegidos por el gobierno. No podrían existir en condiciones de libre competencia y sin subsidios o prebendas del gobierno.
Gracias a los empresarios y no a los empresaurios el mundo en los últimos 250 años ha desatado sus energías creativas y logrado el crecimiento más espectacular en el bienestar y el desarrollo económico de toda la historia de la humanidad. Y es gracias a este desarrollo económico que millones han salido de la pobreza y la miseria. Nos alarmarnos ante la pobreza que vemos todavía a nuestro alrededor, pero mirando en perspectiva el estado actual de las cosas, el más pobre de los pobres en nuestros países vive unas condiciones de vida y disfruta de un bienestar que ningún señor o rey medieval hubiera disfrutado.
En Hispanoamérica lo que hace falta es una cultura de admiración y emulación al empresario (no al empresaurio). Una cultura en la que cuando veamos a alguien exitoso no nos preguntemos qué habrá robado sino más bien nos preguntemos qué hizo de bueno y cómo logró tener éxito. Debemos de cambiar la cultura de la envidia por la cultura de la admiración a la riqueza bien habida y bien creada. Más bien nos debemos de preguntar cómo hacerlo mejor y cómo lograr, copiar, o superar a quien lo hizo, y de existir alguna traba o privilegio del gobierno exigir que aquello desaparezca. Debemos de dejar de culpar a otros de nuestros males y nuestro retraso económico y ver qué podemos hacer para cambiar, para copiar o mejorar ese desarrollo que ha sido posible no solo en Occidente si no también en Asia, ciertas partes de Africa e incluso ya lo logramos y lo hicimos en el pasado y lo perdimos (Argentina, Chile). Sin los empresarios y la libre competencia el motor del desarrollo en nuestra región seguirá estando a la cola del desarrollo mundial.
*Nota: Este calificativo de “empresaurios” fue ideado, en los 80’s, por mi padre cuando ejercía como Presidente de los industriales del Ecuador. Posteriormente fue traducido y publicado desde esa década, en varios medios locales e internacionales. Su actualidad es evidente.