Recuerdo en mi adolescencia crecer bombardeado por la idea de que el mundo se estaba acabando y había que hacer algo para controlar el crecimiento demográfico que estaba fuera de control. Se temía que India y China estaban al borde del colapso económico debido a que supuestamente no había suficientes recursos para alimentar a su población. En 1979 el gobierno chino que venía saliendo de la revolución cultural de Mao Tse Tung y luego la banda de los cuatro impuso la draconiana medida de prohibir que las familias tuvieran más de un hijo. En China, esto dio lugares a situaciones, malvadas y crueles donde las mujeres muchas veces eran arrastradas o amarradas violentamente como animales para ser esterilizadas o a los abandonos y abortos clandestinos de miles de niñas y que dieron como resultado un inmenso desbalance en la cantidad de mujeres que hay en ese país, tal como lo describe el documental One Child Nation. Lamentablemente el documental, ampliamente nominado al Sundance y el Emmy entre otros, está disponible en inglés solamente pero vale la pena verlo por su espeluznante y aterradora explicación del resultado de esta violenta política pública en China.
Hispanoamérica no fue ajena a esta histeria colectiva del crecimiento poblacional desmesurado y muchas campañas a favor del control de la natalidad fueron impuestas o promovidas por los gobiernos regionales en violación a los más básicos principios de libertad, con asistencia de los países desarrollados tratando de indoctrinar a la población de la inminente tragedia que los tecnócratas decían que se acercaba de no controlar este crecimiento, aparentemente desmedido. Agencias como la US AID (en las noticias este fin de semana por los intentos de Elon Musk por tomar control y cerrarla), promovió muchas campañas, llamadas eufemísticamente “salud reproductiva”.
Hoy 46 años más tarde, muchos comienzan a destacar que el problema no es el crecimiento desmedido de la población, por el contrario, la humanidad se está reduciendo y envejeciendo y esto puede tener consecuencias terribles para el futuro de la humanidad. Esta visión Malthusiana del crecimiento poblacional, como ya lo he indicado en otros comentarios, es negativa y pesimista sobre el capital humano y quienes creen en esta visión no entienden que el crecimiento poblacional, en un ambiente de libertad, acarrea también crecimiento económico y una mejor utilización de los recursos naturales. En una conferencia del economista Jesús Fernandez-Villaverde de la Universidad de Pennsylvania queda muy clara la situación para España y Europa y expone cuál es el desafío que se avecina con el colapso demográfico de esa región.
El panorama en Hispanoamérica no deja de ser preocupante al igual que en el resto del mundo. Usando Co-pilot, la inteligencia artificial de Microsoft, saqué unos cuadros que me parece interesante comentar y que ilustran un poco el problema que se avecina para la región. El primero es la tasa de natalidad en los últimos 20 años también es decreciente en Hispanoamérica, aunque aún es sostenible. Con excepción de un país como Cuba colapsado económicamente por 65 años de comunismo y donde nadie quiere o piensa tener familia en condiciones tan precarias y de ausencia de libertad, la tasa de natalidad es muy baja desde hace 20 años y se ha reducido aún más. Chile que es el país con mayor desempeñó económico en la región enfrenta también problemas en la reducción de su tasa de natalidad. Otros países desarrollados o en vías de desarrollo muestran similar tendencia con excepción de la India que, aunque también tiene una tendencia decreciente, pero resulta la menos preocupante en ese contexto. Los demógrafos consideran que cualquier tasa menor del 2.1% es mala pues significa que la población se reduce por debajo de ese número con cada generación que pasa. Vemos que no hay países en el 2023 por encima de ese número con excepción de Guatemala que venía de una tasa muy alta, aunque también refleja una tendencia decreciente.
No solo importa que tanta gente nace, si no también cuantos mueren o cuál es su tasa de mortalidad y aunque todos eventualmente mueren, si podemos buscar maneras de reducir la mortalidad via mejor control de la mortalidad infantil o via una mejor salud para la población. Si miramos esos números, podemos ver en cambio que la tasa de mortalidad ha subido, independientemente de si es un país pobre o rico y desarrollado. El único caso donde ha habido una mejora leve en la tasa de mortalidad ha sido en Guatemala y la India, y podríamos decir que se debe a un mayor desarrollo económico y mejores condiciones sanitarias.
Sin embargo, si la tasa de mortalidad aumenta y hay una disminución de la tasa de natalidad, tenemos un problema serio, pues quiere decir que el crecimiento poblacional, es decir los nacimientos, menos los que se mueren y los que emigran podrían estar cayendo.
Se puede ver claramente al mirar las estadísticas que hay un problema grave, a pesar de que el aumento de la tasa de mortalidad es menor en nuestra región, aunque tenemos todavía una tasa de crecimiento relativamente alta en comparación a los países desarrollados. Hay países como Cuba, Venezuela, España, Japón que tienen tasas netas de crecimiento negativas, lo cual nos indica que el problema es independiente de su nivel de desarrollo o de su visión de cómo debe de estar organizada la sociedad, pues la tendencia es general y no importa si son comunistas, dictaduras, estado de bienestar o economías capitalistas.
La pregunta que deberíamos de estar haciéndonos es, cómo revertimos esa tendencia, pues si este es el resultado de 20 años indoctrinando continuamente, en contra del crecimiento poblacional, que podemos esperar para los próximos 20 años de no cambiar el mensaje. En Europa abogan por una mayor inmigración como solución rápida a este problema, sin embargo, el problema existe en todas partes, independientemente de su configuración política. La inmigración, aunque ayuda, en el mejor de los casos es un parche temporal al problema, y tarde o temprano genera tensiones desagradables en los países que la reciben, además de ser altamente injusto para los países más pobres que de pronto se ven despoblados y sin capital humano. Solo imagínese el nivel de pobreza y subdesarrollo que ha alcanzado Venezuela bajo el Chavismo. Esto no solo es consecuencia de sus malas políticas económicas, la dictadura y la falta de libertad, sino también de la pérdida de capital humano, de gente que puede producir y tiene conocimientos especializados y necesarias para el desarrollo del país. Los más talentosos han emigrado a España, Estados Unidos y otros países de la región, que se han beneficiado de mano de obra calificada y no solamente de los malos elementos infiltrados en esas grandes masas migratorias que comúnmente la prensa muestra como si fuera lo único que sale de ese país. Por cada historia de delincuencia de inmigrantes venezolanos, hay cientos y miles de historias anónimas que no salen en los medios de comunicación, de éxito y de florecimiento humano, producto de huir de ese ambiente tan asfixiante.
La solución no consiste en que los gobiernos de esos países prohíban la emigración de sus ciudadanos como lo hacía en la Unión Soviética detrás del muro de Berlín o en Cuba ante las oleadas de gente que veían la forma de fugarse del paraíso socialista. La solución de los países de Europa de atraer migrantes sin importar su educación, su cultura para poder sostener su obeso estado de bienestar es equivocada también, lo único que logran es incrementar los niveles de xenofobia de las poblaciones locales que resienten la falta de integración de los inmigrantes y que ven como injusto como los inmigrantes reciben iguales o mejores ayudas gubernamentales para establecerse en sus comunidades y eventualmente reemplazarlos. A eso se añade la idea equivocada, de muchos de estos países receptores de no integrarlos legalmente manteniendo una serie de medidas destinadas a tenerlos separados bien sea por sus políticas de regularización migratoria, donde muchos nunca terminan de ser ciudadanos en pleno derecho por generaciones o bien sea por un mal entendido respeto cultural que en vez de enseñarles o requerirles que hablen y entiendan las leyes locales, se les provee de enseñanza en sus idiomas o peor, como se intenta hacer en algunas partes, implementar regímenes legales extraños y foráneos, especiales para los migrantes, como permitir la Sharia en Europa, en evidente conflicto con el sistema legal local. ¿Por otro lado, de que sirve atraer inmigrantes que se los va a tener en condiciones de dependencia si se les provee de toda clase de subsidios y de ayudas, en vez de abrir las llaves de la creatividad de los inmigrantes y de los mismos connacionales que viven en infiernos regulatorios y estados de bienestar que desincentivan el florecimiento humano, la empresarialidad y la innovación?
En Estados Unidos la situación es algo diferente, muchos migrantes no encuentran vías legales para hacerlo y la preferencia de ambos partidos que gobiernan en este país ha sido no dar una solución razonable a la mayor demanda de inmigración por parte del sector privado y por otro ignorar el problema y hacerse de la vista gorda en el tema de descontrol fronterizo. Lo único que se ha logrado es duplicar en los últimos 4 años la inmigración ilegal, y ahora hay una nueva administración, que lejos de buscar una solución razonable y permanente se ha empecinado en deportarlos a todos e incluso en tratar de cambiar el derecho de los hijos de los inmigrantes a ser algún día ciudadanos. Si bien es cierto es importante deportar a quienes han cometido crímenes, no menos cierto es que hay que proveer vías legales para que los que quieran emigrar y tengan un probado respeto a las leyes locales de su comunidad lo puedan hacer de manera legal, segura y sin tener que esperar años o quedar en limbos legales con visas no permanentes que desincentivan la integración con la sociedad norteamericana. El problema en Estados Unidos no es la inmigración, sino más bien el descontrol que existe donde no se sabe quién entró o si el que lo hizo es una persona sin antecedentes criminales y la falta de opciones legales y rápidas de atender esa demanda de inmigración. La gran mayoría son gente honesta que busca mejorar sus condiciones de vida pero que desesperados por las condiciones económicas de sus países, se cansaron de esperar a que las condiciones mejoren en sus países y tomaron la terrible decisión de emigrar de la peor manera posible.
Con este problema demográfico, el tema migratorio es una solución rápida a corto plazo pero mal administrada solo crea tensiones, y hay que también pensar en cómo resolver a largo plazo el colapso demográfico. Esto implica entre otras cosas un cambio legal y cultural que facilite el tener familias, y no me refiero a situaciones distópicas y alucinantes como sugería “El cuento de la criada” de Margaret Atwood que se convirtió hace unos años en la pesadilla de los “liberales” (demócratas) de Estados Unidos. La historia imaginaba una sociedad “ultra conservadora” manejada por una secta de lunáticos religiosos que obligaban a las mujeres a ser violadas y tratadas como criadas para tener hijos sin importar si era producto de esclavitud y de violaciones . Lo que queda claro es que tenemos que cambiar esa actitud anti-familia que prevalece en el mundo desarrollado y en otras culturas y que poco a poco invade nuestros países hispanoamericanos, esa actitud negativa a tener más de uno o dos hijos, y que aún estamos a tiempo de revertir. Tenemos que hacerlo con ayuda de nuestra cultura pro familia y nuestro acervo cultural occidental, con la inteligencia artificial que permite hacer más con menos y más rápido, el trabajo desde casa que permite a los padres operar desde la comodidad del hogar y atender a la familia, cambios en la actitud sobre quien cuida a los hijos (padres y madres y no uno u otros), una revaloración de la importancia de la educación privada o autogestionada (home schooling) y otros avances en la tecnología que nos permitiría gozar de familias más numerosas con menor esfuerzo. El senior fellow de Archbridge Institute, James Heckman, nobel de Economía (2020) y experto en desarrollo humano ha recalcado muchas veces, la estructura de la familia también es importante pues cuando se vuelve común que las familias disfuncionales sin padre o madre por abandono, o donde los padres no juegan un rol activo en el proceso educativo de los hijos o en su educación temprana, también sufre la sociedad en general pues los hijos terminan con mayores deficits de educación y de desarrollo humano que tarde o temprano pasa factura a las condiciones del florecimiento humano.
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